viernes, 9 de julio de 2010

Anzoátegui: Indígenas Kariñas amenazados por contaminación de gas



Rafael Uzcátegui

Los Kariñas constituyen uno de los doce pueblos indígenas presentes en el territorio venezolano, concentrándose en los estados Anzoátegui, Bolívar, Monagas y Sucre. En el caso del estado Anzoátegui el 7% de su población total es perteneciente a esta etnia, con una población Kariña aproximada de 16.686 personas, concentrados en la Mesa de Guanipa, Municipio Pedro María Freites, en caseríos como Bajo Hondo, Mapiricure, Kashama y Tascabaña. Como en el resto de los pueblos originarios, la subsistencia de los Kariñas esta basada en la siembra de pequeñas parcelas denominadas “conucos”, para lo cual aprovechan las tierras húmedas de los morichales –comunidades biológicas dominadas por las plantas Moriches en cuyos bajos corren aguas limpias filtradas en los arenales de los suelos de las sabanas- y los ríos aledaños a sus comunidades.

Desde el año 2000 los Kariñas de las comunidades Tascabaña I y Tascabaña II notaron que del río del mismo nombre empezaron a emanar torrentes de burbujas, que con el paso del tiempo se hicieron más fuertes. En el año 2008, ante la gravedad de la situación, realizaron las primeras denuncias a los medios de comunicación. En un reportaje publicado por el diario regional El Tiempo, el por entonces gobernador indígena de Tascabaña Neptalí Tamanaico describió la situación de la siguiente manera: “En el río comenzaron a verse cuatro puntos. Se observaban burbujas como cuando uno pone a hervir caraotas, pero ahora son incontables y las bombitas tienen más presión. Cuando hicimos el primer alerta, la situación no estaba tan grave”. Aquellas burbujas, parecidas al agua hirviente de los granos, era gas metano y estaban contaminando el agua y el suelo de los Kariñas, precisamente los pilares de su subsistencia.

Esperando soluciones

Tascabaña queda ubicada en un punto entre la carretera nacional Cantaura-El Tigre, en el estado Anzoátegui. Ante la falta de señalización se debe llegar a la zona acompañado de guías de la localidad, quienes en un momento del camino se internan en una vía de tierra, pasando la corriente del río Guanipa, para llegar a las dos Tascabañas. La primera impresión al llegar a la zona es el contraste entre la ascendencia de PDVSA –el verdadero poder político y económico en la región- y la pobreza de las comunidades enclavadas en lo que una gigantesca valla publicitaria en Anaco denomina “corazón gasífero de Venezuela”. Asimismo, es evidente la progresiva desaparición de las fuentes de agua de la región debido a la sequía de los ríos. El propio Ministerio del Ambiente ha estimado como causa de la desaparición de los morichales el desarrollo de las actividades mineras y petroleras, “cuyas acciones no controladas, impactan de manera negativa en el funcionamiento y la conservación de estas formaciones vegetales” (http://www.minamb.gob.ve/index.php?option=com_content&task=view&id=32&Itemid=63).

El pasado 26 de mayo representantes de la etnia Kariña, junto a la alcaldía del municipio Freites realizaron una rueda de prensa para exigir a Pdvsa Gas Anaco y Pdvsa San Tomé solución al problema de la contaminación de gas. La difusión de la noticia por los medios regionales tuvo efecto, pues después de 3 años de espera representantes de la compañía estatal de hidrocarburos volvieron a la comunidad para abordar la fuga de gas metano. Sin embargo, la promesa de la reactivación de las mesas de trabajo fue acompañada de diferentes intimidaciones para que los afectados y afectadas no ventilaran de nuevo sus denuncias por los medios de comunicación. Por esta razón ninguna de las personas entrevistadas por Provea aceptó que fueran grabadas sus declaraciones, ni que fueran fotografiadas. Zail Martínez, gobernador de Tascabaña II desde el mes de marzo, electo por asamblea según las costumbres indígenas, aceptó a conversar sólo después de comentar que los representantes de PDVSA, a quienes no quiso identificar, le dijeron que era un “traidor”, “escuálido” y “malagradecido”, pues la compañía los había beneficiado con la construcción de diferentes obras de infraestructura: “Yo creo que no es así –afirma Martínez-, yo lo que estoy es ayudando a mi comunidad”. Una persona de la comunidad, que pidió reiteradamente no ser identificada, comentó que la mayor molestia de la estatal fue que la participación de Evelin Urdaneta, alcaldesa de Freites y no perteneciente al PSUV, en las declaraciones a los medios.

Martínez recordó que cuando el problema de contaminación comenzó a denunciarse, aproximadamente en el año 2005, se realizaron mesas de trabajo entre representantes de PDVSA y de la comunidad Kariña, en donde se acordaron diversos compromisos por parte de la estatal. Algunos de ellos se han venido cumpliendo progresivamente, tales como la canalización de políticas sociales y la construcción de obras de infraestructura, pero el nodo del problema, la contaminación por gas metano, sigue sin resolverse. En Tascabaña II PDVSA ha renovado el cableado eléctrico del pueblo, construido aceras, colocado tanques de agua en las viviendas y ha comenzado la construcción de un ambulatorio médico y una cancha deportiva de usos múltiples. Sin embargo, el gobernador indígena apuntó que en aquellos compromisos figuraba el envío de 3 camiones cisternas a la comunidad, de los cuales sólo estaba llegando uno solo de manera diaria. Ante la pregunta de cuáles serían las exigencias si la mesa de trabajo con PDVSA se realizara, Martínez afirma sin titubear: “Que expliquen la profundidad del problema”. A pesar que en diversos momentos los voceros de PDVSA han afirmado que se realizarán investigaciones sobre la contaminación, aún no conocen resultados de algún estudio de impacto ambiental acerca de las emanaciones de gases. La única explicación técnica de la compañía, si puede llamarse así, es instruir a la comunidad para que sólo “utilice el agua del río para lavar”. En el año 2008 Alcides Fermín, representante de PDVSA Gas, en un derecho de palabra realizado en la Asamblea Nacional afirmó “vamos a tratar de resolver a la brevedad posible esta grave situación que afecta a esta comunidad originaria”. Sin embargo, dos años después la problemática se ha agravado y ni siquiera existe una señalización en el río que indique que las aguas están contaminadas.

Indígenas divididos


Si para Zail Martínez existía una asamblea de gobernadores indígenas que ayudaba a que los diferentes representantes indígenas coordinaran esfuerzos, de una opinión contraria era su homólogo Javier Martínez, gobernador de Tascabaña II, una comunidad de 170 habitantes –mucho menor a Tascabaña I con 700 personas-. Javier Martínez, después de superar la desconfianza en conversar sobre la contaminación con extraños, lo primero que destaca es que otras comunidades que sufren el problema han sido excluidas tanto del diálogo con PDVSA como de los posibles beneficios producto de los acuerdos. “El río sigue y cruza a otras comunidades. Además confluye con el rio Guanipa que abastece a diferentes ciudades. Me preocupa que la contaminación llegue a diferentes pozos de agua”, declara. Según sus palabras los animales que bebieron el agua del río han muerto por la contaminación, y no se han podido regenerar los conucos. “En un principio salía el gas dentro del río, ahora esta saliendo también lodo, algo viscoso, que está contaminando también el agua”, agrega.

A pesar de que Javier Martínez no ha participado de las reuniones con PDVSA, posee mayores demandas específicas que sus vecinos de Tascabaña I. la primera es solucionar el problema de la contaminación de aguas. La segunda tiene que ver con la propia sequía de los morichales, para lo cual considera que PDVSA debe desarrollar una política y pagarle indemnizaciones a la comunidad, o en su defecto instalar sistemas de riego y perforar más pozos de agua. Por último, exigió que la estatal realice una mejor supervisión de los trabajos realizados dentro de los territorios indígenas, tales como la limpieza de los pozos perforados. Martínez también recordó que los representantes de la compañía les han planteado que no deberían quejarse sino estar agradecidos con la estatal. “¿De qué forma tenemos que estar nosotros agradecidos si ellos lo que están es dañando?”, agregó.

Muere la fauna, aumentan las enfermedades

El origen de las emanaciones de gas no está claro. Una versión, repetida por los voceros de PDVSA gas, afirma que ellos han heredado un problema “que no es suyo”, debido a que las emanaciones son el legado de alrededor de 35 pozos perforados en la zona por las compañías Exxon Mobil y Texaco, algunos de ellos en el año1948. Por otra parte el edil indígena Benito Machuca declaró, en un medio regional, que el origen del problema data del año 1999, cuando PDVSA perforó un pozo petrolero cerca de la comunidad, los cuales fueron seguidos de otros más que fueron sellados posteriormente, pero que comenzaron a filtrar el gas metano. Por su parte el presidente del Parlamento Indígena, José Poyo indicó que no ha dejado de trabajar en este caso. Indicó que Pdvsa ya empezó a actuar y está realizando investigaciones, para verificar el sitio exacto de donde proviene la fuga de gas. Señaló que tienen en proyecto llevarle agua por tuberías a la comunidad, desde otro lugar.

No obstante la ausencia de los estudios técnicos que determinen la amplitud y profundidad del problema aumentan del desconcierto de la comunidad, para la cual las consecuencias directas son la sequía del río, la disminución de sus siembras tradicionales y el aumento de enfermedades presumiblemente producto del consumo del agua contaminada. Para Machuca se ha producido una mortandad de animales que bebían agua del río: “Ya no se ven venados, chigüires, lapas, conejos. Ha muerto el ganado y hasta caballos. Del río desaparecieron peces como toporo, guabina, sardinitas, rayados, boquino y otros”, declaró en un medio regional en el año 2008. Un reporte del pasado 28 de mayo del diario El Tiempo difundía declaraciones de la directora del centro Materno Infantil de Cashama, Ivón Cedeño, la cual afirmaba que el origen de los 5 a 6 casos diarios atendidos de enfermedades gastrointestinales y de otro tipo atendidas podía ubicarse en aguas no tratadas o contaminadas como la del río Tascabaña. “También se presentan casos de alergias, asmas y gripes, en las que puede estar incidiendo esa fuga de carburante”, agregó.

Rosa Martínez, habitante de Tascabaña, afirmó a la prensa que tenía un conuco de yuca, ají y plátano en uno de los márgenes del río, pero lo perdió por las emanaciones. Ahora debe intentar cultivar lejos del afluente, “pero los suelos son ácidos y las semillas no brotan”. Las ebulliciones de gas son visibles en diferentes puntos del río, con variadas intensidades. En algunos trechos, el olor del gas es insoportable para el olfato humano. Según Zail Martínez, en época de lluvias el río se desborda de sus afluentes, y a su vez, las emanaciones se multiplican por decenas, lo cual sugiere que hay una mayor contaminación atmosférica de la que se supone, debido a que todas las fugas no son visibles sino hasta que son cubiertas por agua.

Durante la rueda de prensa realizada en mayo, la alcaldesa del municipio Freites, Evelin Urdaneta, indicó que “el grave problema de ecocidio que se vive en Tascabaña, a causa de la emanación de gas, amenaza con la vida de los indígenas y podría provocar un éxodo de la etnia kariña a lugares más seguros y productivos”, por lo que hizo un llamado a las instituciones ecológicas y ambientalistas del país a cerrar filas en la preservación humana y natural de la región.

La problemática de los kariñas de Tascabaña, empero, comienza a ser difundida por defensores de los pueblos indígenas de Venezuela. Recientemente, el antropólogo Esteban Emilio Mosonyi comentó esta problemática en una comunicación: “Nadie les ha parado –a los kariñas-; más bien se están reforzando y multiplicando diariamente los convenios petroleros de la Faja del Orinoco, tanto con países amigos como con nuestros supuestos enemigos del “imperio”: a la hora de los negocios muere la ética. Da tristeza como una "revolución socialista" se traiciona a sí misma en sus obligaciones más sagradas, en su propia razón de ser”.

El aumento de la gravedad de la problemática exige que PDVSA revierta la violación de los derechos de los pueblos indígenas, en este caso, y el deterioro del medio ambiente. Para ello debe presentar un estudio de impacto ambiental de las actividades gasíferas en la zona, para tener los elementos técnicos para planificar medidas a corto, mediano y largo plazo para la preservación de los territorios indígenas Kariñas. Además, debe cesar cualquier acto de hostigamiento, amenaza o retaliación contra los miembros de esa comunidad que denuncien las consecuencias de la contaminación por los medios de comunicación, haciendo uso de su derecho constitucional a la libertad de expresión.

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